CIELO E INFIERNO

                                                                                                          Fotografia de Hengki Koentjoro

Las puertas del infierno están siempre abiertas

a la medida de los infinitos problemas.

Y con tentaciones siempre en cómodos plazos.

Los dioses no nacen con buen humor.


Y en las sombras

por si acaso estuvieran siempre allí,

temblamos al sentir el olor del quirófano.

Los respetamos en el cielo

como diminutas estrellas, jugando una partida.

METÁFORAS

                                                                                                              Fotografia de Minori Suzuki

                                                                             

Por lo demás es un detective de la cultura, o el pistolero a sueldo que acaba con el pseudo arte y con todo intelectual afable. Si se puede hacer por placer o dinero, esto de capturar metáforas, él era el idóneo, el nuevo icono del creador que se adiestra en el panfleto ultra crítico pero que no comulga con el bohemio al uso, perseguido por las huestes a favor o en contra de sus sueños. Había decidido  cerrar los ojos y dejar navegar a sus manos sobre cada una de las ideas que aparecieran. Pero era culpable, un personaje del que no voy a escribir más. Me haría daño recordar lo que aspiraba a ser si pudiera darle un poco más de realidad.

Nos acercamos a la línea final que nos dice que la metáfora no puede ser sólo un momento matemático de dos versos en la mente.

ÚLTIMO SOL

                                                                                                          Fotografia de Man Ray

Al Sol débil que se recorta en los montes,

le debo alguna mirada.

Me he dado cuenta,

cuando vi el color ocre de las hojas.

Ellas mueren en la ciudad

pero refulgen una vez antes de taparse el cielo.


Y luego cerré los ojos y contemple como no lo hacía desde hacía muchos años la geografía de mi alma, y pude ver que aún no estaba helado.

SIN LÍMITES

                                                                                                                           Oleo de Samantha French


Fue leer toda aquella esencia,

el pedigrí de un poeta sin límites.

Que hacía hombres comunes aun siendo inexplicable.

Era la pista que confirma un espíritu así,

dos versos sueltos,

irrealidades que había leído en otro renacer.


Un sueño donde he visto los carros de la vida.

Eran inmensos y de un blanco como el mármol,

pasaban a mi lado arrancándome creaciones.